domingo, 14 de octubre de 2007

La preguntaña y el gorrionauta

(poema-ensayo bipolar)
Para e.b.s

Nunca he pensado cuánto mide una pregunta.
¿Pueden llegar al Mar? ¿Tal vez a la Luna? ¿o sólo pueden brincarnos a la boca?
Alguien me dijo que mide exactamente 7 garabatos, pero creo que es mentira.

(Una vez leí en el Reader Digest’s que una pregunta llegó a medir casi
400 arrobas de peso, la midieron con un elefante de mediano tamaño
y una anaconda bebe. Ningún animal salió dañado.)


P-r-e-g-u-n-t-a, parece una palabra larga y seria,
como una montaña que recorre el litoral,
como un cohete de carmín que vuela
sobre el cielo de los reinos,
como la espera, antes del combate,
como la lucha entre dos cuerpos.

(Dicen que la pregunta nunca se ríe, desde que murieron todas las respuestas.
No quiso dar más declaraciones a Cosmopolitan)

Antes de regresar preguntó: ¿Padre, por qué me has abandonado?
Esa es una pregunta grande, más grande que una montaña…
es una preguntaña.

(National Geografic informa que finalmente la preguntaña devoró todos sus pecados,
-está en su naturaleza-, afirmó un especialista.).


“La pregunta es celosa y por eso nos acompaña hasta el Cielo”
escribió San Agustín, en su libro inédito.

(Discovery Chanel anuncia que la próxima semana, tendrán un especial de 6 horas sobre la vida y las preguntas de San Agustín. La cultura se suicida de aburrimiento…)

Yo no tengo preguntas grandes, seguro hay que tener acciones
lingüísticas para tener preguntas grandes.

(El semanario El Financiero informa: “Alfa & Beta Co abrió hay por la mañana la sesión de Wall Strett. Pronostican alza vertiginosa en las acciones”)


Los pobres solo tiene preguntas pequeñas,
tan pequeñas que vuelan con el viento.
Son gorrionautas…

Por eso soy feliz, con mi pregunta chiquita,
pequeña y apretada como un puño,
irredentamente pequeña, como un gorrión que canta entre fusiles:

¿Cuál será el milagro que me permita ser libre de habitar tus ojos?

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