lunes, 11 de febrero de 2008

Versos para sirenas


para Verónica.

La sirena que pide un poema,
cansada de esperar su sueño despierta…
La noche donde la vida regresa a retarnos.

Escribo versos por encargo.
Una letra por cada orquilla rota por el viento,
por cada cristal que baja de la luna.
un verso, por sus ojos de olivo.
dos versos, por el resino que untamos para
celar al amanecer.
¿Acaso te han regalado un verso a la medianoche?
(Hoy en día a cualquier cosa le dicen poeta.)

¿A quien queremos engañar? ¿Quién quiere ser un poeta?
Apago el tabaco, planto el violín en la nieve.
Ni la cigarra, ni la hormiga nos dejan entrar.

Me envalentono, te digo:
-Te he escrito un poema edulcorado,
con un verso libre y el otro amarrado-.
dos flujos de piel, que amanecen maldiciendo el sol.

Otra vez no quiero ser un poeta,
por lo menos, por hoy no quiero ser un poeta. No con ella.

Sirena atada, rodeada de mar,
báñate en mis ojos, que se friegue el océano desbocado,
celoso de los besos que no dejan aire.

La sal que no encuentra heridas que encender.
Los ojos que nunca terminan de verme: me aman o me culpan.
Solo buscamos otro aliento que se parezca a una bocanada de libertad.

Eso, esto, aquello


Los libros que no logro terminar,


las mujeres que no logro amar,

el plan que no termino,

el articulo que jamás empecé,

el amigo que apenas conozco, que me olvida antes de tiempo.



El amor que huye por la puerta, el curso que no quiero dar,
el camino sin recorrer,

la pesadez,

el hastío.


El día que sigue a otro día (demasiado temprano siempre),
La noche que sigue a todas las noches (demasiado tarde para cualquier cosa),
el rompecabezas que no terminé,
la terapia que no empieza aún (-tal vez la otra semana-,
me repito durante el día que siempre es demasiado temprano)
el vicio que dejo semana tras semana.

La raya que nunca cruzo,

el local al que nunca entraré,

el favor que nunca voy a pedir,


el beso que nunca dí, el que no me atreví a robar.


El te quiero demasiado tardío para cambiar algo,

El idioma que no aprendí,

el país que no visite,

la reunión que no detuve a tiempo,


el amigo que disfruta tu tumba,

el enemigo que se regocija.

Hoy pesan como los sedimentos de un río que no se acaba nunca,
Demasiado frágil para moverlos,
pero como el tiempo corroe, borra, olvida, arrebata eso que fue.
¿Hacia donde conduce este viaje?
Al final Penélope no teje ningún madejo.

jueves, 7 de febrero de 2008

Gigantes de arena


Para David.

¿De que hablamos cuando ya no nos habita el tiempo?
Todos conocemos ese infierno,
donde la vida no es la vida,
el deber gobierna al ser, no queda nada de nosotros.

No es la misma historia que nos habita,
apenas veo las huellas que siguen a las otras huellas,
el paso absorbente que gobernó la infancia,
la foto de la madre junto al héroe.

Chile con esa brutalidad, tan dolorosa que anunciaba el fin.
¿Cómo suena un tanque de guerra? ¿Se parece a un juguete?
Ese mundo que no conocimos,
la tierra envuelta en fuego, el fuego de la adolescencia que gobernó estas tierras,
luego llego Marcial, para no volver jamás… ¿Cuántas balas cuesta la dignidad de un hombre? Ese extraño amor adolescente, que no anuncio ninguna Victoria, solo el parto de otra vida.

¿Cuántos soldados de plomo, hacen un niño de verdad? Diez? Doce? Veinticinco?

El fin de siglo no fue nuestra época, un año que seguía a otro año,
Una derrota que seguía a otra derrota, era media noche en el siglo,
No llegó el amanecer esperado, solo más noche.
La vida tiene caminos sinuosos, un poema de Daltón, nos cruzó el camino.
Dos cartas lo separaron….
Al final el gigante, cansado de enfrentar a los molinos, recuerda que alguna vez
no hubo, ni gigantes, ni molinos, solo esa extraña sensación de encontrase con lo que se ha perdido.

sábado, 2 de febrero de 2008

San Jorge y el dragón


para Gerardo.

Hubo otra época aún gobernada por demonios,
donde el silencio habitaba fuera del tiempo,
donde los hombres comían otros hombres…
donde apenas éramos hombres.

No sabemos que fue, ni quien nos trajo aquí, a veces la fuerza del sino
no esta a nuestro alcance, solo vivimos para ella, nadamos en ella.

El miedo infernal, el saber que en otra vida no fuimos esto,
que hubo otra época donde el mundo era gobernado por demonios.
Un cazador de demonios, exorcista de si mismo, un ingenuo niño genio, incapaz de conjurar sus amores y sus miedos, a veces la suerte reúne dos caminos distintos, que se bifurcan nuevamente.

¿Qué habita realmente allende del tiempo? ¿Esta allí todavía, eso que nos amenaza desde el umbral?

El guerrero que aún no sabe que en él habita el dragón y la princesa.