lunes, 16 de junio de 2008

"Dejaré de llamar imaginación a la magia"

La maga que no quiere ser maga.

Esa extraña complicidad que dan las conversaciones que nadie entiende.

-Nosotros tampoco las entendemos muy bien, mi querida amiga-

Le dije mientras lo cotidiano se nos volvía extraño.

Dos pájaros de plata volaron sobre la torre.

-Lo ominoso- pensé en silencio.

-El destino- me respondió antes que dos paracaídas cayeran de una estrella oscurecida por el sueño.

La ví de reojo; la magia que le concedieron antes de nacer. Nunca la pidió….

Un buen día, cerca de un café en París, decidió renunciar a ella.

Su último conjuro, fue un cadáver infinito que robó Tristián Tzara.

No le gustaban los pescados solubles,

solo se alimentaba de algas doradas y polvo de estrellas.
A veces un viruta de fuego, se le dibujaba en los labios, pero pronto desaparecía.


La maga que no quiere ser maga…


A veces la oscuridad del anonimato permite decirse cosas de mejor manera.

-Algunos magos han muerto de ciudadanía, según pude entender-

Me dijo la última vez que le vi.


Nunca volví a saber de ella, dicen que un buen día decidió regresar…

Se reconcilió con su magia, ahora vive en una cueva de musgo azul,

junto a una anémona y un caballito de mar.

Serenata nocturna para amantes infames.

¿No los has visto?

A veces no hablan. Nunca hablan.

Ese silencio que Agustín vio devorarse a Ambrosio.

Ellos, esos, eternamente mudos.

Nunca responden. ¿Por qué? ¿Qué pacto infernal los hace guardar silencio?

¿Acaso en alguna de sus figuras encontraremos el nombre de Dios?

Será que en el fondo todos, cada uno es un signo;

Dios un infinito encuadernador de un río letrado, que lo derriba con su fuerza.

Tal vez de allí viene su fuerza infinita:

-de nunca saber que fue de Alejandra Vidal,

si alguna vez Marcos se hizo adulto.

-La misma pregunta que todos nos hacemos:

¿Qué haríamos en presencia de la maga?

Son ellos, esos amores que no responden, que no nos hablan.

Esos amantes infames,

cada algún tiempo huimos de su tiranía.

Nos prometemos que jamás los volveremos a ver.

Nunca más esas espaldas anchas, esas esquinas laceradas por el tiempo,

los mismos colores gastados que han usado toda su vida, siempre monocromos.

No les importa nuestro abandono, apenas saben de nuestra huida.

Miles más caen en sus encantos, un harem de nuevos esclavos de sus historias infinitas.

Al final sabes que el bosque del silencio es muy frío, que el leñador de la vida no abriga como ellos.

Al final regresas, no pides disculpas, solo ocupas tu lugar junto al fuego.

Ellos te miran sin hablar “boca espumosa, ojo fatal”.

Saben que regresaste, pero nunca hablan.

Solo los tomas donde los habías dejado:

“En el principio fue el verbo….”

lunes, 9 de junio de 2008

¿El tiempo esta a favor de los pequeños?

Creo que así, es como se debe ver el silencio.

Un fluir que no termina nunca.

El día que sigue otro día.

¿Cuándo termina esta cadena de soledad?

Será que no termina nunca….

Varios recuerdos:

La batalla de dos magos que juegan a las palabras.

La promesa que hiciste…

Esa certeza que da saber que no vas a volver.

Un poquito de luz que aparece en una sonrisa.

El sentido que se escapa, casi nunca se recupera.

Es una guerra por el sentido de las cosas,

las cosas eventualmente acaban con uno.

La guerra que decidiste volver a empezar,

pero aún temes al sonido del fuego,

tal vez al final del túnel todo tiene sentido.

Al final ….siempre lo sabes……

El tiempo sigue estando a favor de los pequeños.