lunes, 16 de junio de 2008

"Dejaré de llamar imaginación a la magia"

La maga que no quiere ser maga.

Esa extraña complicidad que dan las conversaciones que nadie entiende.

-Nosotros tampoco las entendemos muy bien, mi querida amiga-

Le dije mientras lo cotidiano se nos volvía extraño.

Dos pájaros de plata volaron sobre la torre.

-Lo ominoso- pensé en silencio.

-El destino- me respondió antes que dos paracaídas cayeran de una estrella oscurecida por el sueño.

La ví de reojo; la magia que le concedieron antes de nacer. Nunca la pidió….

Un buen día, cerca de un café en París, decidió renunciar a ella.

Su último conjuro, fue un cadáver infinito que robó Tristián Tzara.

No le gustaban los pescados solubles,

solo se alimentaba de algas doradas y polvo de estrellas.
A veces un viruta de fuego, se le dibujaba en los labios, pero pronto desaparecía.


La maga que no quiere ser maga…


A veces la oscuridad del anonimato permite decirse cosas de mejor manera.

-Algunos magos han muerto de ciudadanía, según pude entender-

Me dijo la última vez que le vi.


Nunca volví a saber de ella, dicen que un buen día decidió regresar…

Se reconcilió con su magia, ahora vive en una cueva de musgo azul,

junto a una anémona y un caballito de mar.

2 comentarios:

maganomaga dijo...

Es imaginación y es magia, la cueva es verde azulado y a su lado el caballito de mar se pone a cantar y la arrulla con un laúd.

LAbarta dijo...

Probre maga tan dichosa.